miércoles, 26 de mayo de 2010

PERALES DE TAJUÑA. HISTORIA Y TRADICIÓN




INTRODUCCIÓN HISTÓRICA

La toponimia de Perales no viene reflejada en ningún libro. Supuestamente se pone ese nombre al pueblo debido a la gran cantidad de árboles frutales (perales) que existían antiguamente en la localidad; en la actualidad sólo existe en pequeñas proporciones. El añadido de Tajuña viene dado por el nombre del río que pasa por el término municipal. El nombre de Tajuña es debido a que su cauce hace tajos más pequeños que los que tiene el río principal (Tajo), de ahí lo de Tajuña (tajos pequeños).







Los primeros asentamientos humanos en el término de Perales de Tajuña datan del Paleolítico. También se han encontrado restos postpaleolíticos en diferentes zonas del término: Peñas Rubias, Artesón, Terraza del Tajuña, Sabucal y el Espinillo.

Los restos más famosos son los del Risco de las Cuevas. Se encuentran situados en la carretera de Perales a Tielmes y se remontan a la Edad del Bronce. Dichos riscos son un conjunto de cavidades excavadas en la roca (marga yesífera) de forma artificial, siendo utilizadas como viviendas. En la actualidad se encuentran bastante deterioradas a causa de la acción de los agentes atmosféricos. La forma de las cuevas es variada, encontrando plantas cuadradas y trapezoidales. Su tamaño es de unos 12 metros cuadrados, con una altura de 2 o 3 metros. En alguna de las viviendas se puede ver una columna central con capitel, igualmente tallado en la roca.

De la Edad del Hierro, en el sitio denominado Cuesta del Viejo, se han encontrado restos Carpetanos, cuya necrópolis está situada a 500 metros del campo de fútbol.
También se han encontrado restos romanos, ya que el valle del Tajuña era una vía de comunicación y abastecedor de recursos agrícolas.
Se conocen tumbas de la época visigótica.
Hubo asentamientos árabes, de los que nos ha llegado todo el sistema de riego actual, con sus acequias y cauces.
Los primeros datos que tenemos de la Reconquista datan de 1099, en la que el rey Alfonso VI dona a Santa María de Toledo la Rinconada de Perales, formada por Villamanrique, Villarejo de Salvanés y parte del término de Perales.
Sobre el Cerro Otero se construyó el castillo medieval, desde el que se domina una importante extensión de la vega del Tajuña. Alrededor de dicho castillo se asentó el pueblo actual. Los datos que hay sobre el castillo datan de la época de Alfonso I "El Batallador".
Los vecinos de Perales solicitan, a finales del siglo XVI, el nombramiento de villa, lo que consiguen el 1 de Enero de 1575. A partir de aquí, Perales de Tajuña va creciendo lentamente como villa rural, habiéndose censado, en el año 1585, 216 vecinos.
La iglesia data de la misma época que el castillo, con remodelación en el Renacimiento, Barroco y Neoclásico.
En vista de los antecedentes históricos de la villa, el Ayuntamiento de Perales ha adoptado un escudo de armas. Este consta de un elemento principal, que es el castillo, que representa precisamente al que hubo en la villa y del que quedan escasos restos, puestos sobre un monte por el que sube un camino en representación de la posición natural de la villa y del antiguo Camino Real de Castellón que atravesaba el pueblo. Este conjunto va sobre ondas de plata y azul, que en heráldica simbolizan las aguas, en este caso las del río Tajuña, origen y razón de ser de Perales. En
la parte superior figuran un báculo episcopal y una cruz patriarcal en recuerdo del señorío que sobre Perales de Tajuña ejercieron los arzobispos de Toledo durante 500 años. Sobre ellos la caldera ajedrezada de oro y sable, mueble principal del escudo familiar de los Guzmán, marqueses de Leganés y como tales sus señores desde 1649 a 1811. Para el campo del escudo se ha escogido el color rojo (Gules, color rojo heráldico, que en pintura se expresa por el rojo vivo y en el grabado por líneas verticales muy espesas, de ahí el nombre del escudo "Escudo de Gules") que en combinación con el oro del castillo recuerda los colores del antiguo reino de Castilla, en cuyo territorio se asienta Perales de Tajuña.


LA PLAZA MAYOR: PUNTO DE ENCUENTRO PARA LA FIESTA Y EL COMERCIO

En este lugar se realizaban ferias y mercados desde el siglo XII. También hubo dos paradores o posadas para el hospedaje de forasteros, nombre con el que se designaba y aún hoy se conoce, a los no naturales de Perales de Tajuña.
En la Plaza Mayor se realizaba la lidia de los toros. El encierro de las reses se hacía por la mañana. Los toros, agrupados en manada, partían de los Praillos, donde hacían noche la víspera. A continuación, acompañados por un nutrido grupo de caballistas, provistos de garrochas, venidos de todos los pueblos vecinos, con el mayoral de la ganadería encabezando el grupo, se dirigían al pueblo, subiendo hacia la Plaza Mayor de la Villa por el Camino del Molino del Propio, Camino de Morata y calle Mayor Baja. La disposición de los palos, de madera en aquella época, que cubrían el recinto rectangular de la Plaza, era bastante peculiar: en vertical los que estaban debajo del Ayuntamiento y en horizontal, a modo de gradas, el resto. A través de la calle del Toril, actualmente calle del Barrio Nuevo, los toros entraban en el Corral del Concejo, situado detrás de la Casa Consistorial, permaneciendo allí hasta la hora de la lidia.

LA CASA CONSISTORIAL

De la plaza de esta villa de Perales de Tajuña, destaca el edificio de la Casa Consistorial.
En su primera planta, que ya estaba construida en el siglo XVII, tuvieron su sede:
- La Casa de Juntas del Concejo, la Escribanía Pública, la Notaría, establecimientos públicos, cuya titularidad se obtenía mediante subasta por un plazo de un año, como la Mercería, Carnicería, Abacería y Taberna, donde se consumía el aguardiente producido en las destilerías de esta localidad, mientras se jugaba a la "flor de 25", juego de naipes, los Hornos de las Reales Paneras, la Escuela de Primeras Letras, la Casa del Alguacil, la Báscula Municipal, en época reciente, y el Almacén del Pósito Real, antigua obra de beneficencia declarada en 1695 y fundada por el Dr. Diego Redondo. El Almacén del Pósito Real era una institución de carácter municipal destinada a mantener acopio de grano, prestándolo a bajo interés, en los meses de escasez, a los agricultores. Con sus fondos, en caso de necesidad, se pagaban contribuciones y los sueldos de médicos y maestros de primeras letras.
Sobre la superficie que ocupaba esta primera planta, se construye la segunda, firmándose las escrituras de obras el 28 de Diciembre de 1772, reinado de Carlos III, coronándose la construcción con un reloj, según puede leerse en un manuscrito que se encuentra en el Archivo Municipal de esta Villa.
De la antigua edificación se conserva una piedra en la que se lee: "Se hizo esta obra reinando Carlos III DC año 1773".
En torno al Ayuntamiento han girado la mayor parte de acontecimientos de la historia cotidiana de esta villa. Compras y ventas de todo tipo, recaudación de impuestos y tributos, problemas de urbanismo, de agricultura, de comercio, de enseñanza, de sanidad, de orden público, de sucesiones y herencias, de la vida y tradiciones religiosas y de fundaciones y cofradías. Estos problemas eran resueltos mediante sendas Ordenanzas Municipales y sentencias dictadas por los Alcaldes ordinarios, por el Estado General y el Estado Noble. Para la resolución de procesos excesivamente complicados, se recurría al dictamen de la Real Chancillería de Valladolid, organismo que ejercía como una especie de Tribunal Supremo, a cuya jurisdicción estaba sometida la Real Villa de Perales de Tajuña.

LA MARIBLANCA Y LA FONTANILLA



Saliendo de la Plaza Mayor de la villa de Perales de Tajuña, por la calle Mayor Baja abajo, nos encontramos a escasos metros con las dos fuentes más antiguas de la población, en cuanto a fecha de construcción y referencias documentales encontradas en el Archivo Municipal de esta población, la Mariblanca y la Fontanilla.
Observando detenidamente el pilón central de la Mariblanca, alargado en forma semicircular, podemos afirmar que se trata de un antiguo abrevadero, ampliado posteriormente para su utilización como fuente pública. Su forma actual data del año 1794, reinado de Carlos IV. Una gran barbacana de piedra, también de forma semicircular, sirve de marco para esta construcción, de cuyo centro brota el caño principal de la fuente, que estaba coronado en otro tiempo por una estatua de mármol de tamaño natural, la Mariblanca. Debajo, una pequeña pila circular apoyada sobre el borde del gran pilón de piedra, en cuyos dos extremos el conjunto se completa con dos mojones de piedra, de forma cuadrada, simétricamente situados a ambos lados del caño principal, de los que brotan sendos chorros de agua.
La fuente de la Fontanilla es un antiguo manantial de la Edad Media. La expresión "Fontanilla" tiene el significado actual de fuentecilla. De una pequeña barbacana de piedra brotan tres caños que vertían sus aguas, en otro tiempo, a un pequeño pilón de piedra de forma rectangular.
Estas fuentes están enclavadas en el lugar conocido como Juego pelota, por existir aquí un primitivo frontón donde grandes y chicos practicaban desde antiguo esta actividad. Este lugar ha sido punto de encuentro de los habitantes de Perales a lo largo de dos siglos, ya que al no existir agua corriente en las viviendas, se iba a la fuente en busca del líquido elemento. A la Mariblanca y la Fontanilla acudían en las noches de verano buen número de peraleños que contaban las historias, tradiciones y leyendas que han ido forjando la idiosincrasia de Perales de Tajuña.
Al ser esta villa paso obligado del antiguo Camino Real de Castellón, conocido en el siglo XIX con el nombre de Carretera de las Cabrillas y existir aquí una casa de postas, a la altura del actual nº 33 de la calle Mayor Baja, es lógico pensar que pararan en estas fuentes los viajeros y las caballerías en su largo viaje.
De sus aguas bebieron los soldados y caballos del ejercito francés, allá por el año 1808. También lo hicieron las huestes del "Empecinado", guerrillero que tendió varias emboscadas al ejército francés, en las localidades de Villarejo de Salvanés y Valdaracete.
Estas fuentes han sido mudos testigos del paso de los peraleños que formaron parte del Tercio de Voluntarios Realistas, partidarios de la monarquía absoluta del rey Fernando VII, en el año 1824.
De igual forma, los peraleños que se alistaron voluntarios para embarcar a Cuba a finales del siglo pasado, para defender una de las últimas colonias españolas en ultramar y que llevaron consigo en sus petates una postal de su patrona la Virgen del Castillo y más de una vez recordarían en las noches de la manigua las partidas de pelota en el frontón o los momentos vividos en las
"cencerrás" (cencerradas), ruidos que se hacen con cencerros, cuernos y otras cosas para burlarse de los viudos la primera noche de sus nuevas bodas, mientras los serenos cantaban con especial soniquete las horas y el estado del tiempo.
La estatua de la Mariblanca ha sido destruida dos veces en el siglo pasado, de lo que queda constancia escrita en un auto judicial del año 1801 y una requisitoria de búsqueda de un prófugo de la justicia en el año 1819. Ambos documentos se encuentran en el Archivo Municipal.
A principios de los años 60 las dos fuentes se taparon bajo toneladas de piedra, sin saber los motivos que justificaron esa decisión. Afortunadamente la fuente se descubrió y restauró en el año 1988.

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